miércoles, 8 de febrero de 2012

La Crónica Práctica "Que experiencia"


Por Olga L. Núñez Ugalde

 Allá por la segunda mitad de la década de los 80s, al finalizar la secundaria,con tan sólo 17 años de edad, continué estudios en el Colegio Universirtario de Alajuela, decidí inscribirme en la carrera de Comercio Exterior.  Fueron 03 maravillosos años, recibíamos lecciones en el antiguo edificio situado frente al Parque Central de Alajuela, un edificio viejo, lleno de historias antiguas, ..."dicen que allí velaron a las víctimas del ferrocarril que se descarriló y cayó en el río Virilla a inicios del siglo anterior"...

Durante este tiempo, tuve la oportunidad de entablar amistades extrañables, disfruté en gran manera los estudios, realicé los primeros viajes de estudio, todavía recuerdo con gran entusiasmo  la gira al  Caribe, luego de toda un mañana revisando contenedores en el predio de la DOLE, llegamos al Muelle de Limón. Había un barco y nos permitieron abordarlo, pudimos observar la carga y descarga de contenedores y hasta vacilar con la tripulación.   Al día siguiente, visitamos el muelle de Moín, luego fuimos de paseo a la Isla Uvita, Mmmmmm, por razones de tiempo no mencionaré los detalles de ese paseo...sólo les diré que fue maravilloso.

Así pasaron los años, los primeros novios y primeras grandes desilusiones también. Luego me matriculé en la UIA, para continuar con el bachillerato en Comercio Internaional, aquí las cosas ya no fueron igual, los compañeros definitivamente  pertenecían a otro estrato social, había mucha indiferencia, eran en realidad muy clasistas, así que si no estabas a la altura de ellos no había forma de que te integraran al grupo, así que el asunto era sólo estudio, excepto, la amistad que tuve con un chico llamada Alexander Peñaranda, era fabuloso compartir clases, recreos y hasta el cine con él... quien sabe que habra sido de él.

Mientras estudia en la UIA, trabajaba en un almacén de electrodomésticos en Heredia, allí conocí a quien llegaría a ser mi esposo. Luego del matrimonio, suspendí los estudios, pues iniciamos la construcción de nuestra casa.  En tanto, cambié de trabajo, inicié labores en el Hospital México, con el fin de sólo financiar la construcción y terminada, tal vez serviría para continuar los estudios.

Con poco más de 02 años de matrimonio, por pura casualidad y digo casualidad, quedé embarazada, pues aún no estaba en mis planes el criar a un hijo, quería primero terminar los estudios, quizá encontrar un trabajo estable, conocer más a mi pareja y luego la familia. Sin embargo, la vida muchas veces es quien gobierna nuestras vidas y no uno.

Con el nacimiento de mi hijo, los planes variaron, fue prematuro por ende súper delgado y pequeño, no pude amamantarlo y fue toda una odisea darle de comer, al finalizar la licencia por maternidad, tomé la decisión de renunciar al trabajo y dedicarme a ser la típica ama de casa y madre.  Pero, nuevamente, es la vida quien decide que hacer con uno, para entonces el Dr. Mario Coto López era el Director Médico e hizo todo lo posible para que continuara trabajando, me otorgó dos meses más de incapacidad y vacaciones.

Inicié el año 1999 con la sopresa de que me dieron la plaza en ese centro. Con puesto fijo y un pequeño niño, sólo me dediqué a estas dos  labores por 12 años.

A finales del año 2010 decidí de volver a la universidad, pues mi hijo ya no me ocupaba tanto y solía decir: "ya soy un hombre grande". Luego de comentarle mis planes a mi jefe y recibir su aprobación, un día de camino a casa entré a la ULATINA Campus Heredia, sin pensarlo dos veces pagué la matrícula de la carrera de Relaciones Públicas, pues consideré que esta es más afín con el puesto que desempeño como secretaria en la Dirección General.

Enero 2011, inician las clases, empiezo curso el día lunes a las 7:30 am, de camino me quería devolver, me decía a mi misma, "qué estas haciendo, sigue camino a la oficina, ya estás muy vieja para volver a la universidad, tienes un puesto fijo y un salario cada quince días, para que complicarte la vida" ,  sin darme cuenta ya estaba frente a U, era tanto el susto que entré contravía, no encontraba el aula, le solicité a un guarda que me orientara y este de seguro ante la cara que yo tenía, prácticamente me tomó de la manita y me llevó al aula indicada, hoy me muero de la verguenza ....

Ya en clase, plazz..  definitivamente era la abuelita del aula, todos aquellos chiquillos me miraban como algo extraño, el corazón se me iba a salir... al llegar la profesora e iniciar el proceso de presentación el alma me regresó un poco... continúa la lección, yo con mi cuadernito y lapicero y la profe indicaba todo está colgado en el aula virtual... y yo como la más ingenua sólo mira el techo pensando, en donde podría encontrar esa información.. pues claro en mi época prácticamente se escribía en piedra, con cinsel y martillo... ahora todo se hace en portatil... salí de allí segura que no volvería nunca más.

De regreso a la oficina todos me preguntaban cómo me había ido?  No sabía que contestar, creo que casi me da un paro cardiaco, me sentía frustrada, desilusionada, incapaz de seguir adelante, todo había cambiado tanto, estudiar no era igual, yo pertenecía a otra época del estudio, era como si hubiesen  trascurrido años luz, y yo estaba en pausa...

Hacer trabajos en grupo con esos chiquillos que pueden ser mis hijos, ha sido toda una experiencia, hablamos otro idioma, nos gustan cosas totalmente diferentes, quizá yo ahora tengo más sentido de responsabilidad,  deseo matarlos cuando dejan todo para última hora. En otras ocasiones no puedo evitar sentirme como su mamá y se me estiran las manos para darles por la boca cuando usan vocabulario inadecuado y grosero, por decirlo de forma bonita.

Sin embargo, he podido comprobar que, a pesar de las grandes diferencias entre nosotros, es posible romper las barreras y llegar a desarrollar digamos asi como una amistad con uno y otro comapañero y hasta con profesores, incluso han habido ocasiones, en las que he tenido que poner en práctica el papel de mamá y consolar a aquella chica que el novio la dejó, aceptar la invitación que la otra me hizo al teatro, pagar el almuerzo del chico que no dejaba de vostezar y casi me tragaba y hasta dorar el cuento a aquel joven que se cree enamorado de una mujer de cuatro décadas...

Reitero ha sido toda una experiencia, que para haber iniciado con un puro temblor, hoy trato de aprovechar para seguir guiando a mi hijo adolescente y por qué no servir de ejemplo para él y, con lo aprendido en clase mejorar mi desempeño en la oficina.

Ahora con gran entusiasmo asisto a cada lección, esperando Dios me dé la oportunidad de terminar y quizá hasta vivir muchas aventuras más... convencida de que mientras tengamos vida es posible vencer los obstáculos, convencida de que la vida es súper bella!

Mil gracias a todos!!!!

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